*Las torres de los celadores y las celdas de castigo, donde estuvo Enrique Flores Magón, anarquista del porfiriato, son una reliquia viviente en un histórico inmueble de la ciudad de Puebla
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Al dar los primeros pasos dentro queda la impresión que el tiempo se detuvo y sentir la humedad del lugar es trasladarse a viejas mazmorras de una antigua penitenciaria de Puebla, convertida en el Archivo General del Estado y, luego, en oficinas gubernamentales.
A pesar del paso de los años, sus instalaciones están casi intactas, tanto que al caminar por los pasillos te da la sensación de que cualquier preso podría salir de una de las celdas.
Inaugurado en 1891 por el entonces presidente Porfirio Díaz, la Penitenciaría de Puebla contaba con más de 500 celdas, que durante sus primeros años recibió a alrededor de 250 reos, pero que en sus últimos años funcionales tuvo un sobrecupo de hasta 900.
Según cuentan, los trabajadores del Archivo General del Estado se turnaban para dar recorridos a visitantes por las cárceles, en las que aún hay “presos”, y por los patios pasando por el ‘Poligonal’ el cual simplemente es impresionante.
El estilo arquitectónico del inmueble, construido en el siglo XVlll, es imponente y provoca que no dejes de apreciarlo.
La Avenida Reforma es una de las vialidades con mayor circulación de automovilistas y peatones en la capital poblana; sin embargo, pocos se interesan por detenerse e ingresar a este gigantesco edificio que está lleno de historias.
Las torres desde donde los celadores cuidaban a los encarcelados, dentro de los que estuvo Enrique Flores Magón, anarquista del Porfiriato, la celda de castigo que, como todas era muy angosta, tanto que solo cabía un catre y apenas si tenía ventilación, todo es parte de un pasado de uno de los sitios más importantes de la ciudad.
Biblioteca, Hemeroteca y hasta exposiciones, fueron servicios adicionales del que también despachó como Instituto Cultural Poblano y que la intención de su diseño era parecerse Penal de Cincinnati.
La Penitenciaría de Puebla estuvo funcionando hasta 1984, año en que el gobernador, Guillermo Jiménez Morales, realizó una consulta popular para dejar en manos de los poblanos Ia decisión deI uso y destino de esos históricos inmuebles, en uno de los cuales brilló el talento de Francisco Javier Clavijero, se difundieron nuestras lenguas indígenas y se realizó labor educativa importante, además de que en ambos se defendió bizarramente la integridad nacional, por lo menos en dos ocasiones.
Por unanimidad, los poblanos pidieron al Ejecutivo se remodelara la Penitenciaría y se rescatara para dedicarlos a actividades culturales y como ricos testimonios, indispensables para mantener viva la memoria histórica poblana.